23 sept 2009

La canción del príncipe 2º parte

… Tan bella y tierna beldad que apenas se asomaba por entre las ramas de una zarza de mucho mayor tamaño que se empeñaba en ocultar a la pequeña del resplandor del sol.



Desde el momento en que caí en aquel lugar no tuve otra motivación y ocupación que no tuviese que ver con el cuidado de aquel pequeño jardín. Mis días se diluyeron en la tarea de separar a la pequeña flor de aquella zarza, muy poco a poco fui removiendo las ramas que mayor amenaza representaban, eran tantas y tan apretadas, hube también que remover las raíces de la zarza para desplazarla un poco y lentamente sin que se diera cuenta, de modo que al final obtuve dos plantas independientes que recibían cada una su ración diaria de sol, la una al amanecer y la otra por la tarde.



Oh espíritu del olvido, por las horas tan eternas, por el frío que me cubre al recordar, por las estrellas que nos alumbraban en los días aquellos en que la felicidad de verla parecía eterna; escucha al más menesteroso de tus mendigos ven y libérame de las garras de mi propio verdugo corazón, atrápame en una noche eterna, llévate estos recuerdos que me queman las entrañas y toma hasta mi alma que se agosta cuando sueña con su esencia.



Quién diría que aquella espinosa planta me tomara tanto trabajo y......esfuerzo, estuve muchas veces a punto de renunciar a sus cuidados, pero algo en ella me incitaba a seguirla procurando todos los días, y cada vez más tiempo, me ocupaba en regarla, podar sus ramas más agresivas, remover la tierra de su alrededor y retirar periódicamente las hierbas que se colaban por entre los pliegues de sus espinas para tratar de asfixiarla. El primer día que la toqué, me hirió de tal manera que no pude usar esa mano toda una primavera



Ah que maravillosa transformación la que ocurrió bajo mi mirada, tan sutil y sorpresiva que me maravillo todavía cada que lo recuerdo, me hacía sentir que todo lo que ella necesitaba era a alguien que se ocupara de esas tareas, alguien que la podara y regara, que le dedicara sus días y noches sólo a ella.



Tal vez esa era su estrategia, era su manera de absorberme al grado de olvidar a la pequeña flor que a mi ingenua mirada parecía totalmente independiente, la zarza me mantenía constantemente trabajando en sus cuidados…



…igual seguía siendo preciosa aquella pequeña, no hacia diferencia si yo la veía o no, si la cuidaba o no….



Pero el día en que por segunda vez aquella zarza me hirió los dedos con sus afiladas espinas comencé a entender su naturaleza orgullosa y caprichosa, esa ocasión me costó mucho más tiempo restablecerme de las heridas, habían sido mucho más profundas y en ambas manos, de modo que varias semanas pasaron sin que yo atendiera el jardín, y más todavía paso cuando ya curado recordaba el sufrimiento que me había causado aquella planta.



¿Por qué estoy aquí? Si todo en mi es vano, si solo he nacido para entorpecer el esplendido desarrollo de mi hermana, mi única protectora, para qué he de seguir existiendo si solo ha sido para hacerle sufrir y preocuparse por mi debilidad, por mi horrible faz.



Si no fuese por aquella que tanto me cobija, el sol me quemaría hasta la raíz, si no fuese por sus cuidados mis ramas indefensas ya habrían sido devoradas o destrozadas a los pies de aquellos que ella tan valientemente aleja de mi, si todo en mi es vano, si todo en mi es inútil, para que vivir.



Pero la pequeña flor que apenas comenzaba a asomar sus pétalos al sol, me hizo volver para saber que seguía siendo tan bella y tal vez para procurarle alguno de aquellos cuidados ocasionales que le daba. Había pasado más tiempo del que había sentido, tanto que la hierba mala ya había comenzado a sofocar y casi matar a la zarza, debo mencionar que me sorprendió sobre manera la gran fuerza de mi pequeña flor ante la cercanía de estos peligros que casi acaban con su hermana mayor que estaba casi muerta, débil, con las hojas pocas hojas que le quedaban secas y sus espinas ya ni siquiera lastimaban, se doblaban a la presión de mi mano, me invadió un profundo pesar y, sobrecogido por el sentimiento de culpabilidad al ver aquella desdichada y casi marchita planta, comencé a cuidarla otra vez, desde ese momento no me separé de ella, día y noche me dedique a limpiar su tallo principal, desenredado sus ramitas de la hierba que las aprisionaba, cortando los miembros que ya no podían salvarse y fue entonces cuando me sorprendió aquel botón, la zarza estaba desarrollando un capullo de flor en la única rama que tenía la fuerza suficiente para sostenerlo, era grande, oscuro y misterioso, pero a la vez bello y tierno, de un color verde oscuro que contrastaba con el aspecto café y amarillento de sus tallos, y sobre todo con el esplendoroso azul profundo que comenzaba a salir de los pétalos de la pequeña flor que a pocos pasos seguía su camino hacia el esplendor…









En aquellas mañanas tan llenas de luz, de tal manera lograste mover mis ojos, lograste hacerme cambiar, cómo me hiciste parte de ti que aun siento que hay allá en la distancia una flor hambrienta de celo y esperando mis lisonjas.



Me ganó en ternura, y la belleza de ese nuevo botón que nacía de la culpable de mis profundas heridas venció los recuerdos de la crueldad y saña que le rodeaban… todo en una sola planta.



Durante los días que continuaron a esto, me entregué en cuerpo y alma al cuidado del tallo que cargaba aquel botón, podé cualquier indicio de las otras ramas que, débiles y marchitas, no opusieron mayor resistencia a mis herramientas. Quité todo lo que no servía en ese pequeño campo, hierba, semillas y maleza fueron desterradas de mi jardín, hasta que solo quedaron las dos bellas flores, una grande y orgullosa, sabedora de su belleza, llena siempre de gotas de rocío sobre sus rojos pétalos apiñonados y numerosos, gruesos y llamativos; la otra tímida, y recatada, siempre guardándose de la luz debajo de alguna de sus bellas hojas verdes, temiendo tal vez que alguien pudiera descubrir sus hermosos pétalos azules, de un azul más hermoso que el azul del cielo en el mejor y más claro de los días, era tal la belleza de la pequeña flor que una vez que comenzaba a contemplarla, no podía dejar de hacerlo hasta que la oscuridad de la noche la salvaba de mi osada mirada. No podía comprender como es que el cielo no la había aplastado ya con una inclemente tormenta en un arranque de celos.



Y la flor de la zarza mientras tanto se había puesto fuerte, erecta y con dos hojas nuevas en su recuperado tallo… pero había desarrollado también 4 espinas nuevas, fuertes, filosas, agudas y amenazantes, que en veces llamaban mas la atención que sus rojos pétalos apretados, cuantiosos y tan brillantes a la luz del sol y mas a la luz de la luna.



Decidí que era tiempo de que se defendiera sola y que se procurara sola de sus cuidados y tareas, claro que yo le atendería de vez en cuando, pero ya no me quería ocupar la vida en ello.



… estaba tan enamorado de la pequeña flor…





No escuche las palabras que la espinosa zarza dedicaba todas la noches a la florecita…

2 comentarios:

  1. Me parece interesante tu blog :D Otro dia con mas calma leere la cancion que pusiste... ahora estoy en la facultad jajaja xD

    Gracias por tu comentario y tienes razon! A nosotros la gente con mayor cultura nos interesa más que un par de enamorados :D

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  2. Hola !


    Oye, vas muy bien espero pronto la tercer parte de esta historia, cuidate, saludos !

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