24 sept 2009

La Canción del Principe 3ª parte (y última)



No escuché las palabras que la espinosa zarza dedicaba todas la noches a la florecita… tan angelical y bondadosa era que se las guardaba, las callaba para que yo no me mortificara mientras ella, por dentro, se desmoronaba del dolor, rabia y penas que a diario la zarza sembraba en su corazón. Y yo, ciego por el orgullo que sentía al haber logrado aquella flor a partir de una planta espinosa, no sospeche nunca su envidioso y lacerativo proceder para con su hermanita.





Que tarde caí en cuenta de mi error, cuánto daño había causado a mí alrededor. Cuanto tiempo tarde en asimilar la belleza de la flor que habías hecho nacer de mi último tallo. La cercanía de la muerte fue menester para apreciar el valor de tus antes desdeñadas lisonjas, de tus antes aborrecidos cuidados. Solo ahora que me veo tan hermosa como jamás soñé serlo es cuando me doy cuenta de mi culpa y mi anterior naturaleza.







Recuerdo bien el día en que le hablé de mi amor por la angelical flor. Desde varios días atrás me venía hablando de la inutilidad de mis servicios, me decía que era bastante fuerte, independiente, que ya no debería ocuparme tanto en ella y mejor debía dedicarme a cosas más ventajosas. -Otras partes del jardín necesitan de algunos arreglos- dije yo tratando de manifestar poco a poco mis intenciones, sabia de su orgullo ocultando su gran sensibilidad, no quería lastimarla, -ahí tienes- exclamo-ocúpate pues de tu jardín pues ya ves que yo, no te necesito mas- me dijo con soberbia frialdad, -¿estás segura?- pregunte yo mientras le rociaba las raíces con agua fresca –si- contesto ella tan segura de su respuesta que no agregó nada mas, giró su corola hacia el sol que comenzaba a ocultarse por el horizonte. –¿y si me fuera?- comencé a decir tratando de reclamar su atención nuevamente –¿si me fuera a otro jardín?- agregué para ver si tenía efecto sobre ella, no conseguí hacerla voltear nuevamente, simplemente levanto un poco su petar y me dijo – pues ve, y búscate muchas flores- al decir esto comenzó a prepararse para guardar sus pétalos al frió de la noche y con una voz un tanto más bondadosa, parecía alegrarse por mí al tomar semejante decisión, creo que eso era lo que buscaba, no descubrí en ella señal alguna de celos o coraje ante una posible partida mía y sobre todo hacia el hecho de que le dedicara mis cuidados a otras flores. Respiré aliviado y me descargué de temores infundados, y con un poco más de seguridad me aventuré a preguntar – ¿y si encuentro una flor que me enamore?-. creí verla descubrir algo de mis intenciones, se enderezó un poco y volteo para decirme: -en tu vida tu gobiernas, haz de tus experiencias y aventuras lo que más te plazca, yo me contentare con saber que te espera la felicidad y que disfrutarás de todo aquello que tu noble alma merece, ahora es tiempo de que busques aquello que en mi no has podido encontrar, si, se que te sorprenden mis palabras-me dijo al observar mi asombro ante su reacción- se lo mucho que me amas –continuó diciendo con una voz mucho más dulce que la que siempre me había dedicado- se que has dedicado tanto de tu tiempo y esfuerzo en mi, que ahora parece ser que tus tardes perderían algo de sentido, sin la tarea de mis cuidados, aquellos que con tanto esmero me procuras cada día y los cuales yo te agradezco con todo el corazón, pero es necesario que comprendas que yo no soy aquella flor a la que debieran estar dedicados tan calurosos tratos, y sobretodo debes saber que yo todavía estoy esperando a aquel que será de por vida mi celador, aquel que, aunque no tan amorosamente como tú lo haces, me prodigará todo lo que yo necesito, muchas veces traté de decirte esto cuando venias a visitarme todas las tardes, pero es hasta ahora al final de nuestro camino juntos que reúno el valor, sábete de una vez por todas que yo no te quiero, y sobre todo que no puedo llegar a quererte jamás puesto que estoy ya destinada para aquel a quien espero desde mucho antes de tu llegada; sin embargo, si te quiero, al menos lo suficiente para decirte lo que hoy estas escuchando, y lo bastante para desearte las más grandes dichas en tu camino… ahora ve, vive y sigue siendo tan bueno y noble como lo has sido hasta hoy, yo se que algún día encontraras tu lugar en la amplia bastedad y le reconocerás y entonces comenzará tu felicidad y quieran los espíritus que nunca termine–. Dicho esto, volvió a acomodarse para pasar la noche y no volvió a salir hasta la mañana siguiente.



Después de escucharle no volví a intentar contarle acerca de mi pasión por su pequeña hermanita, sabía que lo entendería y que incluso se alegraría por mi al saber lo pronto que había encontrado mi lugar al lado de aquella beldad que crecía a su lado y se hacía cada vez mas dueña de mis sentidos, ahora sabía que era libre de cualquier culpa sin necesidad de hacérselo saber.







3



Y el sol no me agostó, y el viento no me quebró, y el frío del agua no me heló!!!!



Gran desconcierto invade mi pensar, no comprendo ahora las palabras de mi protectora, ¿será que siempre me mintió? Ahora todo a mi alrededor parece tan hermoso, sublime, ideal, ¿estaré cayendo en alguna trampa del destino que me conducirá hacia el desafortunado final que me predijo mi hermana?



Difícil es decir si todo esto es una ilusión, un delirio causado por el veneno de algún peligroso enemigo que busca apartarme de mi cobijo y protección. Pero es tan bello su esplendor, tan sincera su sonrisa, tan agradables las tareas que a mí dedica durante tanto tiempo.



El universo, visto en las verdes hojas y tiernos pétalos de aquella que amaba, tomaba un tono de misterio, belleza y bastedad. Cómo se merecía que la quisiese, era dueña de mi voz y de todas aquellas palabras con las que trataba de acariciar la tersura de sus tallos, me bebía su esplendor y no me importaba nada más que continuar viéndola crecer y provocando su sonrisa a costa de lo que fuera menester sacrificar.



Tu suavidad es la gloria que hoy extraño, aquella que alargaba el alba, y tu perfume que tanto me embriagaba, hoy solo es un sueño que sostiene los trozos de mi pasado que vuelan hasta ti, se enredan en tus ramas y se acunan en tus hojas para que los cubras con tus pétalos y no importa si esto es sólo el delirio de la fiebre que me das.



Nunca hubiera imaginado la reacción de mi pequeña flor al amanecer del día después de aquella conversación, durante todo aquel sol, y los que le siguieron, al sentirse tan querida, cuidada, contemplada, admirada. Que poco sospechaba yo el efecto de la cercanía de una flor tan orgullosa como aquella su hermana…

La nueva sonrisa de mi flor me llenaba la vida, era la fuerza que me levantaba día con día y la esperanza con la que dormía todas las noches sabiéndome dueño de un cariño tan inmenso y nuevo.



Que única me siento, que hermosa me veo, cuan bello es el transcurrir de los soles cuando se posa en mí su mimosa mirada. Pero… que terror me invade al final de cada jornada, cuando veo que esto no lo merezco, cuando me doy cuenta del desliz en que me dejo caer a cambio de sus loas.



Aquellos días fueron los más perfectos y colmados de amor de los que hoy tengo memoria, la dicha transformaba mi rostro cada vez que la luz de un nuevo día me permitía admirar a mi pequeña flor, y más gozaba yo aquellos momentos cuando descubría en ella el gozo de mirarme a mi. No había estrella que me prodigara más luz que su paz nocturna vista desde mi ventana, ni despertares más bizarros que el descubrir su mirar cada mañana.





Tu recuerdo es la luz que me deslumbra en las noches en que los pedazos de mi vida se arrastran hasta mi presente. Esa memoria de tus ojos es la luz que me alumbra el camino en los momentos en que el frío me cubre al ver que solo son visiones. Y te repito y te repito reviviendo las noches y así entre fiebre y delirios dejo que tus hojas me cubran de vistas que me iluminen, que me alumbren y me deslumbren como lo hacía en otros tiempos tu mirada.



Pero los ecos de las voces de aquella zarza no habían quedado totalmente callados a los oídos de mi flor e incluso en varias ocasiones me pareció oír durante la noche la voz de la roja flor gritándole al viento mensajes de orgullo, envidia y desazón dedicadas a la pequeña azul.

¡Cuan tierna era que todo lo callaba para seguirme viendo sonreír, cuan abnegadamente me quería que se guardaba dentro todo su sufrir!

Pero aquellas dudas y temores sembrados en su corazón comenzaron a dar mata y la mata a dar frutos, hasta que ya no hubo espacio en su corazón para mi y mis escasas palabras de amor.



Ahora puedo ver con claridad, los sentimientos y los actos que provocan son tan cambiantes, poderosos y egoístas que pocos les pueden controlar, el turno llega a todas aquellas emociones guardadas en el corazón de todos lo seres, cada cual toma forma conveniente para cada acción realizada. Ahora sé que nadie puede confiar en otro ser que no sea uno mismo, porque el prójimo sólo busca la saciedad de la sed de sus adentros, tan inevitable es esto que ahora mismo yo lo estoy haciendo, aunque oigo tus palabras y las de ella, con la misma claridad con las que las escuchaba ayer, hoy solo presto atención a las que vienen de mis entrañas y su emoción en turno.



Hipócrita el que diga que actúa por amor, hipócrita tú y mi hermana que valiéndose del oscurantismo en que me sumergieron, me convirtieron en consuelo de sus penas. Sin embargo te quiero, te quiero tanto y al punto de apartarme de tu camino sin poner piedra alguna en el. Te quiero ahora, aunque no se si siempre te querré, recuerda que estoy viva y también muchas veces me equivocaré.



Poco a poco se fue alejando de mí aquella flor, abandonándose al cuidado de la naturaleza y mis discretos trabajos que hacía ya solo mientras ella dormía, por el temor a aquel rechazo que durante el día de su parte recibía.

Fue en uno de esos grises días sin mi flor en que, siguiendo un ímpetu de volar lejos de allí me marché siguiendo el peregrinar de una parvada de aves estelares que siempre habían tenido un rumbo desconocido para mi, las había visto pasar ya varias veces pero nunca me había decidido a seguirlas por la nostalgia que me causaba la idea de abandonar a mi flor… pero ahora la nostalgia y el dolor eran mayores al permanecer en aquel lugar que al decidir partir.

Cuando vi venir la parvada sabía que tenía solo algunos momentos para prepararme, pero algo dentro de mi me hizo decidir que no llevaría nada para ese viaje, y resolví aprovechar esos momentos para despedirme de mi jardín.

Fui primero con mi pequeña flor, habían pasado ya varios días sin escuchar nuestras voces y a ella no pareció interesarle mucho el hecho de que me fuera. -Adiós- me dijo –cuídate y que seas feliz- fue todo lo que pronunció, y yo que esperaba que me dijera tantas cosas, tal vez que me pidiera quedarme, o ir conmigo, pero no, solo adiós.

Los momentos restantes los ocupé en visitar por última vez a la flor roja, le dije que la iba a extrañar y que tenía que partir para alejarme lo más posible de allí. Entonces descubrí algo que me sorprendió; -Te quiero- contestó cuando le dije que me iba, halle dentro de esa frase una nostalgia y un anhelo tan grande que no supe que decir… -te quiero mucho más de lo que había pensado- continuó diciendo mientras la parvada de aves estelares comenzaba a pasar sobre mi cabeza…-yo ya no, te quise pero ya no- le dije mientras una gota gorda de rocío comenzaba a rodar dolorosamente a lo largo de su tallo…

…Mientras yo levantaba el vuelo y me despedía con la mano, cuando ya llevaba un poco de carrera, giré la cabeza para contemplar desde lo alto a aquellas dos flores, la pequeña azul se veía ahora grande, hermosa y fuerte, cuán diferente de aquel tímido botoncito escondido entre las ramas de la zarza, la cual ahora poseía un único tallo erguido y con el mismo espíritu orgulloso con el que la conocí, pero ahora luciendo su hermosa flor roja y brillante.

Tal vez sólo fue una broma de esas que me acostumbra jugar la mente en momentos tan tensos y angustiosos como el de aquella partida, tal vez fue una voz imaginaria que, buscando aliviar mi hambre de cariño mal logrado en aquel lejano jardín, resonó en mis oídos fuerte y clara –TE AMO- escuché desde la tierra que abrigaba las raíces de aquellas plantas. Que dolor me causaron aquellas palabras, reales o ilusorias, que en otro momento me hubiesen iluminado la vida, que espantoso el no saber reconocer quién me lo decía.

2 comentarios:

  1. Ya habia leido la ultima parte de la historia, disculpa que no te comentara antes, pero no habia tenido oportunidad. Me parecio muy buena, en especial esta ultima parte (quien sabe por que, ja.. Bueno, ya) . Sabes, como unica observación, quiza podrias poner en un principio los nombres de los personajes para que asi al continuar leyendo la historia ya tengamos bien identificado a que personaje le corresponde cada dialogo.

    Muchos saludos !!!

    Desde Veracruj !

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  2. buena idea... gracias Ely, ahora chutate una de ciencia ficción ;) se llama volare... si... sin acento

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